Me enredo con los besos de una gran amiga, llamada Soledad. Llamo luego a Envidia, porque otras manos sacuden y recorren tu cuerpo ya que no lo hacen las mías. Y quién sabe si lo volverán a hacer. Celos. Aunque me acompañe siempre, Tristeza sabe cuándo abandonarme, entre la risa fundada en principios irracionales, para que tras un letargo, Alegría me corrompa todo el sistema sanguíneo y me deje con Resaca a la mañana siguiente arropado entre mis sábanas. Odio ya no me importa, mi Perdón tiene una lucha constante y eterna con mi Orgullo. Y no sé cuál de ellos va ganando. Miedo me susurra por las noches al oído y siembra a mi corazón de Duda. No quiere darme un respiro, ni al futuro. Locura llama a mi puerta cuando ya no me queda ningún plan, los gasté todos contigo. Fe es lo que me falta. Esperanza lo que ansío. Culpa me echa las culpas. ¿Y a ti quién te las echa? ¿Rencor? Ya no. Placer hace tiempo que no me visita, tampoco quiero verlo, porque ya no es el mismo, se rodea de Nostalgia y Melancolía y con ellas tampoco quiero interaccionar. A Incertidumbre la puedo llamar compañera. Ella al menos no me deja con Desamparo. Frustración e Insatisfacción invaden una realidad que me es imposible de parcelar. Solo puedo hablar con Gratitud, ya que viví algo que no todos logran. Pánico es lo que siento al no poder volver a sentirlo. Es el tiempo de quedarme con Rechazo y Desprecio, con sus palabras malsonantes en mi cabeza. No es problema de Inseguridad o Inferioridad. Tampoco de Extravagancia o Desgana. Agotamiento me llama desde el sofá, Agobio desde las bocas de otras que, como Desilusión, me provocan. Y fruto del Arrepentimiento o el Hastío, muero sin Pena ni Gloria, vivo con Tortura, que me llena de recuerdos mustios.
Gregorio S. Díaz "Sentimientos"
