Ya no sé qué nombre tienes. Una vez te llamé por el tuyo verdadero, pero
tuve que borrar la tinta con la que lo dibujaste aquí en mi pecho, porque
notaba que se quedaba escrito a sangre y
fuego. Tienes muchísimos nombres, todos parecidos además. A mí ya no me
mientes, perteneces al conglomerado de los Pueblos del Mar. Esos que,
periódicamente, se ven empujados por el norte y arrasan toda civilización
conocida. La mía. No tengo dedos de las manos para contar cuántas veces
barriste mi Babilonia. Tantas, que ya me voy reconstruyendo por Asiria. Hubo un
tiempo en el que cuando dolías, firmábamos tratados de alianza. De pueblos
distintos, pero amigos, sin fianza. No lo puedes evitar, eres bruta por
naturaleza. Salvajes desconocidos que devastan campos ya yermos. Y yo, que
admiro la cultura y la belleza, el arte y los manjares de los que mi ciudad
están llenos. Te aprovechas de la Época Oscura, para darme la puntilla y hacer
que se vaya de mí toda cordura. Para echarme de mi tierra, derribar todas
murallas y hacer que me exilie en desiertos de barro. Deja que recupere mi
Troya, deja que funde mi Roma. Deja que llegue el esplendor de Grecia. Caerás
ante la simple filosofía. Morirás ante una legión. Porque tú, como ellos, eres más
que Prehistoria e Historia Antigua.
Gregorio S. Díaz "Pueblos del Mar"