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20 de febrero de 2016

Hay momentos.

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Hay momentos en los que me lo pregunto constantemente. Momentos en los que me atormento a mí mismo sin razón aparente, momentos en los que me divierto jugando a cortar y pegar recuerdos, que llevo plasmados en el subconsciente. Por qué te dejaría de observar o por qué nunca te vi cómo debía de ser si para mí eras el ancho mar. Por qué de ti hui o por qué no volví cuando tuve posibilidad de mis pecados redimir. Por qué no te me clavabas o por qué yo lo evitaba. Por qué parecíamos y no éramos. Por qué no te agarré y por qué no de mí tiraste. Por qué nos diluimos como pompas de jabón, en el liviano aire. Por qué el tiempo separó dos llamas que nunca quemaron al instante. Luego, hay otros momentos, en los que me lo afirmo de repente. Volveré, ahora, muerto y a destiempo, a buscar un perdón y a desgarrar tu alma con un lo siento. Momentos en los que me digo por qué no y ansío seguir creciendo. Borrar el primer paso y dar con brío segundos y terceros. Y entonces, cuando amago, me doy cuenta del dolor provocado y de mi cuenta pendiente. De notar la distancia de la indiferencia y comparo en la línea temporal y cuántas diferencias. Por último, hay momentos en los que lo logro comprender. Que si no funcionó, no funcionará otra vez. Que solo quería mis daños reponer. Que no quise, ni te supe, querer.

Gregorio S. Díaz "Hay momentos." 

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