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27 de abril de 2017

Diva

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Seguramente, hubiera tenido más suerte si en vez de naranja, hubiera elegido el limón con aroma a manzana del que quedé prendado, sin un beso, a pesar de dormir en su cama. Ella sabía a caramelo y no me dejaste probarlo. Primavera, ron y vasos. Celos, tu queriendo amor, yo muriendo por dártelo. Ahí fue cuando te elegí. Cuando dije, tienes que ser para mí. Ya no eras la diosa que por los cielos caminaba, yo a tu lado, en ese edén, estaba. Te robé tantos besos en el lugar donde se calientan los cuerpos, en tu portal, como tengo grabado. Me dejaste tan seco. Tan loco y tan disuelto. Tan cambiado y tan distinto. Quise creer que la última serías. Que eras la perfecta, la histórica y la musa de todas mis letras. La que esperaba y no encontraba. Con quien ser y perderse en viajes por la Antártida. Tuviste que ser tú diva del momento, la que me pararas los pies y me pusiera recto. La que me recogiera la baba y luego me dejara soltando lágrimas, de luto por el funeral de lo nuestro. Que quemabas tanto que pensé que tu nombre te hacía justicia. Hoy mi piel, por tu culpa, está negra y hecha cenizas. Tuviste que ser tú, la que me devolviera un sueño y, a la vez, la que hiciera en añicos romperlo. La que me devolviera todas las mentiras que había dicho y el mal hecho. La que se esfumó sin decirme un por qué o explicarme qué fue lo que la cambió por completo. El mismo que aún espero. Qué locura, diva del dinero, qué alejaste mi pasado y truncaste todo mi futuro.

Gregorio S. Díaz "Diva" 

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