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17 de septiembre de 2017

Salvación

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Lo que pesa esta losa sobre mis hombros. Tanto, que cada domingo me va a hundir un poquito más. Consumiéndome. Haciéndome más pequeño. Invisible. Lo que duele estar, pero no estar. Querer y no querer, poder y no poder. Lo que duele no sentir dolor. No tener que abrirte heridas en los costados. No tener que sudar y llorar por cuatro disparos muy bien colocados. Lo que cuesta deshacerse de una piel rosa que, tatuada en el pecho, no se me borra ni queriendo. Tarde o temprano tenía que asumir que el puesto no era para mí. Que siempre he andado en la cuerda floja, entre seguir y no seguir. Que el tiempo, las ganas y las circunstancias, me dieron, estas temporadas, el sí. Y ahora me dan el no. El ya se acabó. Tratar de enseñar lo poco que sé a los que en un balón ven la salvación será mi única opción. Porque a mí me salvó cuando quien encendía mi llama se apagó. Desde el septiembre en que se marchó.

Gregorio S. Díaz "Salvación" 

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