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6 de octubre de 2017

Mi señora.

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¡No queda tiempo! ¡Tienes que huir, mi señora! ¡Tienes que hacerlo! Pronto tendrá lugar su último envite, vendrán sus más leales soldados, colmando sus espadas con hojas llenas de dudas, y os harán presa de todas y cada una de ellas. Te querrán llevar con él, aunque ya no posea nada. Si eso ocurre, imagina lo que le puede suceder a nuestro reino: se llenará de revueltas, de intrigas, de traidores, de guerra y de fuego. ¡Mi señora, os lo ruego! ¡Huya, por el Dios del cielo! Mis mejores hombres y mujeres, los que son fieles a nuestro reino, los retendrán todo el tiempo que sea necesario, que aguanten, que puedan. Yo mismo daré con gusto la vida para que lleguéis sana y salva a palacio. Pero, por favor, no desertes. Vuelve. No te vayas con el enemigo. ¡No creas nada de todo lo que te han dicho! Solo quiso hundirte, de la nobleza aislarte, de tus tierras y esclavos desposeerte. ¡Solo quiere tener nuestro reino! ¡El que te pertenece por derecho! Siempre te engañó y tú no quisiste verlo. Tienes que creerlo. Que el destino ya ha elegido, y tú misma ya lo has hecho. Repítelo conmigo. Eso es. Así. Esa es la verdad. Repítetelo cada vez que te entren dudas. Cada vez que lo hagas se asentarán y dejarás de pensar en invisibles ataduras. Ahora vete. ¡Huye, señora! Ya me encargo yo de la frontera, de sus soldados e, incluso, si me lo pides, me encargaré de su reina. Luego, te entregaré su vida. Pero vuelve. No recuerdes. No pienses. Repítete en la memoria lo malo, porque nada bueno hubo. ¡Vamos! Tienes en vilo a la corte y no querrás que comenten. Que hablen de deshonor y de muerte. Solo piensa que miente, como siempre. No le volverá a molestar, señora. Le pagaré mil monedas de oro, que eso es lo que le importa y lo que quiere. Le sellaré sus labios y sus ojos. Sus recuerdos. Le cortaré la mano para que deje de escribirte. Le haré tragar toda la tinta del reino para que lo deje. Te prometo, no volverás a verle. Conquistaremos todos sus territorios y serás dueña de ellos. Solo vivirá entre los muertos.

Gregorio S. Díaz "Mi señora"

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