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20 de abril de 2018

Vas a querer.

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Vas a querer volver hasta este mismo instante. O puede que más atrás. Vas a querer volver a este tiempo de entretiempo, de transición, de ni sí ni no. Vas a querer por siempre, cuando seas más mayor, ser como yo soy ahora. Como tú lo fuiste entonces. Cuando, ingenuo, creías que todavía era posible. Querrás volver, pero sin mis prejuicios, ni mis sueños, ni mis instintos. Vas a querer haber dicho, haber hecho, otra cosa. Hacer las cosas de diferente manera. Yo sé que matarías por un susurro, que morirías por diez minutos en las noches de hielo y besos de tu viejo mundo. Por eso sé, también, que nada te importaría. Que, si yo te diera las riendas de mi vida, de tu joven cuerpo, toda posibilidad agotarías. Que te desharías frente a ella. “En el futuro es demasiado tarde”, te excusarías. El desasosiego que te persigue, allí donde te halles, te puede y te vence. Y te imaginas a ti mismo, a mí, marcando ese número que todavía logras decir de carrerilla, comprando esos billetes y huyendo a otro continente. Si te sirve de consuelo, todo lo que no hacemos es susceptible de, cuando pasan los años, querer ser revertido. Siendo realistas, eso solo son sueños de niños. Sueños que ya se han perdido. Y eso que yo, a veces, también lo pienso. Me maldigo y casi reviento. Quizá, en tu vida, hayas magnificado eso. Entiende que no hay manera viable. Tienes que entender que el olvido llega, al igual que lo hacen otras metas, otros besos, otras vidas. Y eso es crecer, y es inevitable. Las ilusiones, solo el tiempo que pasa, las crea. Así que, por favor, no reclames la tortura, la huida, el volver a creer posible los improbables, la estampida. Tú no tienes nada que perder, pero yo no puedo volver a caer. No puedo perder el poco honor y orgullo que me quedan. Sí, sé de sobra que eso ya qué importa. Que me lo dejaría arrebatar si así el destino lo quisiera. Pero no lo quiere. ¡Mírate! Mendigándome un último intento. Queriendo salvar tu vida. Yo estoy haciendo lo mismo con la mía. Aunque sean la misma…Lo siento, tendrás que vivir con ello. Tendré yo, entonces, que hacerlo. Y cuando llegue a tu tiempo, trataré de no acordarme de todo esto. Invertir los pocos recuerdos que queden en escritos que dejar olvidados en un cuaderno. Llenar páginas de memorias y no frustración y dolor. Tienes que comprender, del mismo modo en que yo lo hago, que construir juntos el mismo camino solo sería avivar la rabia, la muerte y los celos. Que descarriaríamos. Y uno, así, no puede ser feliz por completo. Prefiero entregarme a otros brazos que solo aprieten de noche, y demandar en el día silencio. Maldecir, como tú lo haces, a todo el universo. Ya habrá otra vida en la que encontrarnos. 

Gregorio S. Díaz "Vas a querer"

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